Praga debe ser una de las ciudades más bellas y fotogénicas del mundo. Por eso probablemente la invaden hordas de turistas deseosos de hacerse fotos en sus calles con aire de cuentos tenebrosos y medievales. Lo bueno de ir en invierno es que el número de turistas aún permite desplazarse por las veredas y, si se tiene suerte y se es persistente, todavía se puede hacer fotografías como si estuvieras solo en esta ciudad de otro tiempo, permitiendo que el ensueño no se desvanezca entre flashes y codazos para aparecer en la foto. Aunque el riesgo aceche en casi cada esquina.
Hernán Castro Dávila
Valparaíso, Chile
25 de septiembre del 2018
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