Luego de visitar Santa Sofía continuamos nuestro recorrido por El Palacio de Topkapi. Caminamos hasta las boleterías y luego flanqueamos la entrada. Yo ya tenía mi pase para los museos así que no tuve que pagar. Antes de continuar revisaron nuestras pertenencias y nos hicieron pasar por un detector de metales.
Una vez dentro la amplitud del Segundo Patio y el tamaño de las murallas me hicieron sentir pequeño. El Palacio Topkapi fue construido a partir de 1453 por orden de Mehmet II. Esto cuando ya habían pasado veinte años desde la toma de Constantinopla. Durante cuatro siglos este lugar fue residencia de los sultanes otomanos. En 1924 fue convertido en museo y en 1985 declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Caminamos por el segundo patio, doblamos a la derecha e ingresamos al sector de las cocinas imperiales. Ahí nos encontramos con enormes salones donde se exponía hermosa y fina vajilla, así como distintos utensilios tanto para cocinar como para comer. Esta es la tercera colección de porcelana China más grande luego de Pekín y Dresde.
Continuamos en el tercer patio, rodeamos el Pabellón de las Audiencias y la Biblioteca de Ahmet III para ingresar a las salas de las reliquias, donde estaban las espadas de los cuatro primeros califas y restos de pelo y dientes de Mahoma.
Continuamos al cuarto patio, descansamos un momento y luego visitamos los kioscos de Revan; Mustafá y Bagdad. Cada uno de ellos estaba compuesto por un espacio abierto, una chimenea, hermosa decoración y amplios sillones de estilo árabe, como para estar tendidos cerca del suelo. Debe ser por las ilustraciones de las Mil y Una Noches, pero al ver estos espacios me has imposible no imaginarme enormes fiestas. Aunque es probable que se limitaran al área del Harén, donde no entramos, ya que habíamos caminado suficiente y se cobraba a parte.
Finalmente regresamos al tercer patio e ingresamos a la colección de armas y armaduras. Ahí vimos increíbles trajes de batalla, hermosas espadas talladas y distintos tipos de armas, incluidas pistolas y una espada gigante.
En general siento cierta distancia de los palacios. Entiendo que ocupan un lugar importante dentro de las ciudades antiguas y que representan el centro del poder en términos arquitectónicos. Pero no logran maravillarme tanto como algunos templos religiosos o algunas zonas urbanas envolventes.
En el fondo aflora mi espíritu algo anarquista. Estos espacios me hacen sentir insignificante, pero sin lograr maravillarme, como sí me puede ocurrir dentro de un templo religioso, un paisaje natural hermoso o el pasaje escondido de una ciudad vieja.
En fin, el lugar era enorme y majestuoso. Sin darnos cuenta ya habíamos caminado un par de horas. Yo me comí el plátano y una manzana qu andaba trayendo. Así que estaba listo para una tercera parada.
Hernán Castro Dávila
Estambul, Turquia
4 de febrero del 2018
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