Una de las cosas que he aprendido con el ejercicio periódico del trote, es que lo paisajes nunca son los mismos. Dependiendo de la hora del día, la estación del año y el estado de ánimo, el escenario de la corrida puede llegar a cambiar en un 100%. Es en ese proceso de cambio cotidiano cuando distingo una perspectiva, una forma, un contraste que me atrapa, me conecta con el presente y me hace parar. Entonces tomo el celular, abro la aplicación de la cámara, registro ese cuadro y lo comparto. Así me sucedió una mañana de diciembre, cuando los días son más largos, mientras trotaba por el borde costero de Playa Ancha. Estaba subiendo el cerro junto a los acantilados cuando levanté la mirada y me encontré con un cielo salpicado de nubes y el faro Punta Ángeles en todo su esplendor. Tomé la cámara y obturé. Luego seguí trotando con una sonrisa en el rostro. El paisaje y yo nos habíamos conectado.
Valparaíso, Chile
23 de diciembre de 2016
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