






Nuestro último día en Lima no podíamos dejar de ir a redimir nuestros excesos a uno de los restaurantes más ricos de la capital peruana.

Tomados de la mano bordeamos las piletas de Larcomar, mientras un parapente se elevaba sobre el horizonte. Cruzamos el puente Lavalle y llegamos nuevamente al Parque del Amor, pero esta vez no nos detuvimos ahí.
Seguimos caminando por el Malecón Cisneros y llegamos hasta el Parque Antonio Raymondi, donde paramos para contemplar el Océano Pacífico desde el borde del acantilado.

Continuamos nuestro camino.
Al final de la calle La Mar, tras una hora de caminata, llegamos al lugar donde cerraríamos oficialmente nuestro viaje: el Restaurante Pescados Capitales.
Para comenzar, dos pisco sour. Continuamos con unos exquisitos platos de comida marina denominados con ingeniosos nombres. Cito la carta:

CAUSA CON LANGOSTINOS A LA PARRILLA
La causa por la que los langostinos están iracundos, es la presencia de zanahoria, apio, zucchini, champiñones, tomate confitado y queso crema. Guacamole observa.

Goloso filete de chita a la parrilla sobre una seductora cama de papas panaderas: papas cortadas en hojuelas fritas al perol, empapadas en crema y vino. Salsa suave de ajo y legumbres, complementan este manjar.

Langostinos y calamares salteados con vino blanco y coronados con una salsa de queso crema y tomillo, se relajan con arroz al olivar.
Para terminar nuestro camino hacia la redención, compartimos un exquisito suspiro limeño.
De ahí en adelante comenzó nuestro regreso a casa, con algunos kilos de más y la sensación de plenitud que da disfrutar la vida como corresponde, le dijimos adiós a Lima.