viernes, 2 de noviembre de 2012

Lima precolombina: Pachacámac y museos antropológicos

El Templo del Sol
Pirámide con rampa N°1  El Templo del Sol  Museo Larco  Museo Larco  Museo Larco  Bodega del Museo Larco

Nuestro día comenzó con un trote en el malecón de los barrios Miraflores y Barranco. Durante el trayecto tuvimos distintas perspectivas del mar y la ciudad. El borde costero estaba adornado con hermosos jardines.


El último lugar al que llegamos llevaba por nombre Plaza Mario Vargas Llosa, ya que el famoso escritor vive en las inmediaciones.

Luego de ducharnos partimos al desayuno buffet. Ahí bebimos jugos de naranja y papaya, más café de grano. Para comer había distintos tipos de panes, queso, jamones, vienesas y huevos. Además había piñas, uva, sandía, papayas y melones en cubitos.

Luego de desayunar, fuimos a Pachacámac, sitio arqueológico donde se encuentran los restos del centro de peregrinación de las culturas andinas antes y durante el Imperio Inca.

La estructura arquitectónica más importante es el Templo del Sol. Construido sobre un promontorio natural, su frente da hacia el mar y en la parte superior se encuentra una gran explanada, donde habitaban los sacerdotes.

De regreso en Lima, almorzamos un cebiche que estaba delicioso. Al pescado crudo y aliñado con ají lo acompañaba lechuga, cebolla morada, canchita, camote y choclo desgranado. De postre, comimos una cocada con toques de manjar. Todo esto acompañado por una cerveza Cuzqueña, un jugo de frutas y café para cerrar.

Por la tarde fuimos a dos de los museos más importantes de Lima, el Museo Larco y el Museo de Arqueología y Antropología. En ambos pudimos ver piezas cerámicas y textiles de diversas culturas precolombinas. La calidad artística de las obras y la gran cantidad de vasijas y objetos ceremoniales nos sorprendió por su belleza y buena factura.

Para cerrar nuestro día fuimos a cenar al Restaurante Pez On, donde comimos una deliciosa lazaña de camarones y calamar a la huacaina y atún con fetuchini, acompañado por la misma salsa.

No exagero al decir que caímos dormidos antes de las diez de la noche, extasiados por la cultura y la gastronomía peruana.