Ya no están los juegos de madera con forma de fuertes y viviendas de indios. Pero sí están la laguna, el sendero y los árboles que le dan la misma forma de antaño al Parque María Behety.
En alguno de los VHS que guardo en el baúl de mis recuerdos, debe estar la grabación de este mismo parque nevado, con sus árboles blancos, la laguna congelada y los niños corriendo sobre la nieve, andando en patines o empujando un trineo.
Caminar entre los árboles cuyas hojas dibujan trazos de color naranjo, amarillo, rojo y verde. Escuchar el silencio. Respirar el aire fresco de Punta Arenas. Sentir las gotas de una breve lluvia en el rostro. Cada una de estas acciones me llena de alegría y recuerdos. Estar aquí nuevamente es como entrar en un sueño donde el paisaje es el mismo, pero los personajes ya no están. Se han ido para siempre, a otro escenario, a otros destinos.
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