Neruda y Lenin comparten escenario unidos por una hilera de banderas. Abajo de sus retratos un grupo de aficionados tocan blues y dicen algunos chistes que no logran hacerme reír. El público sí lo celebra y se ve que disfrutan del espectáculo.
En lo que a mí respecta, mis sentidos están concentrados en la tortilla española y la botella de vino que me quitan en el apetito y de a poco me sumergen en la noche porteña.
Frente a Neruda y Lenin se levanta una de las barras más hermosas de la ciudad, coronada por grandes fotos de Al Capone y los Beatles, las que cuelgan sobre una pared de ladrillos interrumpida por estantes de madera donde descansan botellas de ron, whisky, pisco, vodka y otros brebajes embriagantes. Este es el salón principal. Pero este local también cuenta con salones de baile, lugares para conciertos y hasta un restaurante que se eleva sobre el puerto de Valparaíso, con una hermosa vista y platos gourmet: Zamba y Canuta.
La Piedra Feliz es una institución porteña, un edificio donde la música, la comida y los sueños se mezclan entre rostros del pasado y recreaciones de casas porteñas.
Hernán Castro Dávila
Valparaíso, Chile
26 de junio de 2014
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