Bamboo Island. Mar de Andamán |
Nuestro segundo día en Ko Phi Phi partimos en busca de los tesoros naturales del Mar de Andamán. El viaje lo realizamos en una lancha rápida con nueve personas más. Fue una experiencia inolvidable.
Salimos desde de la isla a las diez de la mañana. Partimos a toda velocidad, el viento se sentía fuerte y fresco mientras la lancha saltaba de ola en ola.
Playa de los Monos, Ko Phi Phi |
Nuestra primera parada fue en la Playa de los Monos. Un pequeño balneario bajo el morro más alto de Ko Phi Phi. Ahí nos aguardaba un grupo de simpáticos monos, atentos a que les diéramos algo para comer o beber.
Bahía Nui. Isla Ko Phi Phi |
Continuamos hasta Bahía Nui, donde nos lanzamos al mar para hacer snorkel y observar una hermosa variedad de peces de colores que nadaban junto a nosotros.
Luego repetimos la operación, pero esta vez en el borde la Isla Mosquito. Ahí divisamos más variedad de peces y arrecifes de coral.
La parada para almorzar la hicimos en Isla Bamboo, donde estuvimos más de una hora y media. Caminamos por la playa, nos bañamos y comimos algo. El lugar era hermoso. Los árboles del bosque llegaban hasta la playa, la arena era blanca y el agua tibia. Estuvimos mucho rato en el mar, hasta que llegó la hora de continuar.
Ya más en confianza, me ubiqué en la parte delantera del bote y disfruté del paisaje a plenitud. Delante mío se extendía el mar de tono celeste salpicado de islotes entre los que pasábamos a gran velocidad. Bien sujeto al pasamanos, levantaba el cuerpo con las piernas cuando preveía los saltos, evitando o disminuyendo los golpes. De hecho, una persona del grupo casi se cae de la lancha. Todo esto agregaba a la belleza del paisaje una buena cuota de adrenalina.
La siguiente detención la hicimos frente a Long Beach, donde se podían ver crías de tiburones. En lo personal me abstuve de bajar de la lancha y aproveche de hacer algunas fotografías.
Luego continuamos hasta la Cueva del Vikingo, una gran cavidad rocosa ubicada bajo un islote.
El paseo en lancha siguió a toda velocidad hasta un lugar alucinante. El conductor redujo la velocidad y lentamente atravesamos una columna de agua entre dos montañas boscosas, ingresando a una gran bahía llamada Pi Leh. Macarena no aguantó las ganas y fue una de las primeras en lanzarse al agua. El conductor saltó de la lancha y nadó hasta una de las paredes de roca. A pie descalzo y apoyado en sus manos subió más de cinco metros y se lanzó al agua. Todos sonreímos al verlo nadar de regreso.
Seguimos navegando y esta vez nos detuvimos en la bahía de Loh Samah. Me dio calor y esta vez me lancé al agua con snorkel. El agua me refrescó y aproveché de observar a unos preciosos peces de colores y un cardumen de peces plateados que pasó al lado mío.
La siguiente parada era la más esperada de la jornada. Lentamente ingresamos a una pequeña bahía rodeada de enormes montañas verdes. La playa estaba llena de lanchas y personas. Nada que hacer. Este lugar era la estrella de las playas de Tailandia: Maya Beach.
Maya Beach. Mar de Andamán. Tailandia |
Desembarcamos y nos fuimos a pasear por un sendero que se adentraba entre enormes árboles. Llegamos a un despeñadero donde había una roca obalada cubierta de árboles y rodeada de mar. En estos mismo paisajes se rodó la película La Playa con Leonardo Di Caprio. De ahí la fama del lugar. Veré el film apenas volvamos a Chile.
Tras el paseo por el bosque nos lanzamos al agua. Nadar en esa bahía rodeada de montañas fue una experiencia hermosa. Sumergirse en el agua tibia, emerger y encontrarse con esas montañas... Estuvimos en el agua hasta que llegaron de la lancha a buscarnos. Era tiempo de seguir navegando. Nos besamos, nos sumergimos por última vez y nadamos hacia la orilla.