Ao Ton Sai. Ko Phi Phi |
Mientras escribo estas líneas atardece en Ko Phi Phi. Estamos en la barra de un bar con vista al embarcadero de la isla. Yo bebo una cerveza Chang y Macarena una piña colada.
Hoy es nuestro último día antes de iniciar nuestro largo regreso a Valparaíso. Los sentimientos son encontrados. Por una lado feliz de haber vivido esta maravillosa experiencia. Por otra, la tristeza de que el viaje esté llegando a su fin.
Antes de llegar a Chile es inevitable pensar en el año que se viene (ojalá lleno de felicidad, tranquilidad y cosas bien hechas) y, por supuesto, en un próximo viaje. Entre desayunos y comidas asomó el nombre de un país cercano con muchos lugares bellos por visitar... Ya veremos como se dan las cosas a lo largo del año.
Por ahora los botes van quedando barados en la bahía a medida que el agua desciende, el sol sigue ocultándose y la luz comienza a atenuarse sobre la isla.
Este viaje estuvo maravilloso. Conocimos lugares increíbles, tan distintos a los que hemos visto en Latinoamérica y Europa. Tailandia es un país de una cultura riquísima; Luang Prabang una mezcla de budismo con herencia colonial francesa en un entorno selvático; Vietnam con un proyecto político socialista, una economía cada vez más abierta y una mezcla religiosa que no logré comprender; Camboya apegada a su pasado glorioso y la incuestionable gloria arquitectónica de Angkor Wat, así como el jolgorio cosmopolita de Siem Reap.
¿Cómo decirlo? Me encanta viajar y creo que con Macarena hacemos una excelente pareja viajera. Por mí viajaría todo el tiempo, pero por el momento debemos volver a Valparaíso, trabajar once meses al año y, mientras tanto, subir fotos a Flickr, escritos a Blogger e ir planificando nuestro próximo destino.