miércoles, 22 de agosto de 2012
Almuerzo en el mercado de Isla Egina
Mientras caminamos bordeando la bahía, los griegos disfrutaban del sol invernal en la terraza de un bar bebiendo cerveza, un hombre vendía frutas y verduras en un barco, y un pintor retrataba silencioso el paisaje que nos rodeaba a todos como en una película en pausa, donde el tiempo no existía.
Luego de la caminata buscamos un pequeño restaurante en medio del mercado y pedimos dos ensaladas griegas. La ensalada griega es bien similar a la que comemos en Chile, sólo que en Grecia el queso se llama "feta" y va entero sobre la lechuga y el tomate, bañado con aceite de oliva y un toque de orégano. Ya que no había cerveza Mythos, pedí una cerveza holandesa, Amster, y un vaso de Fanta, muy distinta a la que tomamos nosotros, con menos azúcar y poco colorante, casi transparente.
De fondo nos sirvieron un "boiled octupus": un pulpo cocido en su tinta con pequeñas cebollas, servido en un plato hondo. Su aspecto no era muy amigable, sobre todo por los pequeños tentáculos. Pero si uno miraba hacia otro lado y se concentraba en el paladar descubría una carne blanda y suave, el sabor fuerte del aliño y unas cebollas que se deshacían en la boca. Macarena, en tanto, pidió un plato de "red mullet": pequeños pescados del Mar Egeo, servidos completos (con sus cabezas y colas), fritos, de rico sabor y elevado precio.
De esta manera recuperamos energía y nos preparamos para seguir recorriendo Isla Egina.
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