Al leer El Principito en el colegio una de las imágenes que más me llamó la atención es cuando el protagonista se pasa el día viendo atardeceres dentro de su pequeño planeta. Los atardeceres, como el fuego o la televisión, tienen ese cambio cromático que atrapa a quien lo observa. Me gustó la actitud del Principito. En mi repertorio fotográfico tengo cientos de atardecer en distintos lugares del mundo, pero el motivo más recurrente es el que observo desde la venta de mi departamento en el cerro Los Placeres de Valparaíso. Desde mi pequeño planeta de 80 metros cuadrados, los atardeceres me sorprenden con tonos y detalles que los vuelven únicos. Y la mayoría de las veces me invitan a la fotografía o, simplemente, a la contemplación.
Valparaíso, Chile
5 de mayo de 2016
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