Es probable que la baja inversión inmobiliaria en edificios de altura no le quite el sueño a los italianos. Si Florencia estuviera en Chile, estoy seguro de que construirían una torre de 30 pisos a un costado del Duomo: La decisión la apoyaría el alcalde, el ministro de economía... hasta la propia presidenta de la república. Generaría empleos por un año y elevaría la plusvalía del barrio patrimonial. Sería una operación en la que ganaría todos, nos dirían con bombos y platillos en el diario local. Pero Filippo Brunelleschi puede seguir descansando en paz. Por suerte para él, Florencia no es Valparaíso. Ojalá en Chile la preservación de nuestras riquezas arquitectónicas nos cautivaran tanto como la inversión inmobiliaria. Porque si la gestión patrimonial sigue el rumbo de Valparaíso y Chiloé, pronto no nos quedará más que ir a otras ciudades de América o Europa para conocer cascos históricos bien conservados.
Valparaíso, Chile
12 de mayo de 2016
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