El día más triste de Valparaíso |
Me consuela la entereza de los pobladores que vieron desaparecer las casas que construyeron con sus propias manos y como, al día siguiente de la tragedia, ya estaban removiendo escombros para volver a comenzar de nuevo. Eso es espíritu de superación, ánimo de lucha, esencia de lo más poderoso que posee el ser humano: la capacidad de construirse a sí mismo, una y otra vez, incluso en los entornos más adversos.
Estos porteños son hijos de la historia de Valparaíso, marcada por terremotos e incendios, pero también por el esfuerzo y el coraje de construir ciudad en los cerros, levantar casas donde nadie lo imaginaría y construir dignidad e identidad donde otros, aquellos a los que nunca les ha faltado nada, morirían desesperados.
Es conmovedor ver el esfuerzo que desplegaron los bomberos para luchar contra las llamas. Alegra ver el ímpetu con que estudiantes y profesionales de diversas áreas se volcaron a las calles para colaborar en lo que se necesitara.
La participación de los políticos y los medios de comunicación deja mucho que desear. Valparaíso, salvo en la zona declarada Patrimonio de la Humanidad, es una ciudad dejada a su propia suerte y la clase política local y nacional es la principal responsable de ese abandono. Los medios de comunicación, en tanto, elaboran titulares sacados de películas de ficción y ven en el drama humano la posibilidad no sólo de informar, sino también de aumentar sus niveles de audiencia, exponiendo a sus rostros y a las personas a situaciones extremas, en busca de lágrimas y tomas explosivas, las que luego repiten hasta el cansancio, incluso cuando la situación comienza a mejorar.
Por suerte hoy existen las redes sociales, en especial Twitter, donde es posible obtener información más dura y menos cargada del dramatismo del medio audiovisual, al mismo tiempo que los políticos están siendo evaluados por la coherencia de sus actos, minuto a minuto, marcando pautas temáticas a nivel nacional.
Valparaíso. A las cicatrices urbanas de la Iglesia San Francisco y calle Serrano, ahora sumas la parte alta de tus cerros. Es de esperar que el dolor de la tragedia se transforme en energía que impulse a la ciudad para que se levante de las cenizas, como lo ha hecho tantas veces, y vuelva a brillar en la bahía. Ojalá los políticos y los medios de comunicación estén a la altura. De no ser así, seremos los mismos habitantes de la ciudad los encargados de recordarles a las autoridades que las cosas deben cambiar. Ahora, ya.
Valparaíso, 15 de abril del 2014