Los cerros Alegre y Concepción fueron los lugares elegidos por las colonias de inmigrantes alemanes e ingleses para instalar sus barrios residenciales durante el siglo XIX en Valparaíso, luego de que Chile se independizara y abriera el comercio a través de sus puertos.
Hasta antes de la independencia los puertos estaban restringidos a embarcaciones españolas y no tenían una mayor urbanonización. Las ciudades más importantes se ubicaban principalmente hacia el interior de los valles. Tras la apertura comercial, los puertos comenzaron a desarrollarse, especialmente Valparaíso y Punta Arenas. Puntos obligado en el traslado de mercancías desde el Atlántico.
A la actividad portuaria se sumó el auge comercial del salitre a fines del siglo XX, lo que atrajo a inmigrantes que en algunos casos lograron hacer una gran fortuna con el mineral. Un claro ejemplo es Pascual Baburizza, un inmigrante croata que amasó una gran fortuna gracias al salitre y construyó una enorme mansión en el cerro Alegre, lugar que hoy aloja al Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso.
El auge del desarrollo portuario, salitrero y comercial se tradujo en una gran inversión en viviendas para los recién llegados y sus familias. Arquitectos provenientes de Europa y constructores que llegaron desde otros puertos del mundo fueron dando forma a las edificaciones de los cerros Alegre y Concepción, cuyas viviendas se conectan a través de estrechas escaleras, paseos peatonales y calles de dos vías. Sumado a la falta de planificación urbana y la nula presencia de la cuadricula española para dividir y ordenar el centro urbano, el resultado fue una mezcla arquitectónica única con reminiscencias europeas y adaptada a la fisonomía de los cerros porteños.
Luego de la apertura del Canal de Panamá y la crisis del salitre, las clases pudientes extranjeras fueron haciendo un abandono paulatino de la ciudad hacia otros centro urbanos como Viña del Mar o Santiago. Sin embargo quedaron las casas, las que fueron habitadas por personas de clase media hasta fines del siglo XX, cuando se redescubre el valor arquitectónico de la ciudad y es declarada Patrimonio de la Humanidad.
Tras la declaración se inició una gran especulación inmobiliaria que se tradujo en el desplazamiento de los habitantes de los cerros Concepción y Alegre, dando paso a un nuevo uso de los espacios. Así surgieron gran cantidad de hostales y hoteles, cafeterías, tiendas de artes y recuerdos, y gran variedad de restaurantes.
A esto se sumó el desplazamiento de la sobriedad europea del XIX, donde predominaban paredes monocromas y bellos jardines, por paredes coloridas y gran cantidad de murales propias del siglo XXI y la postmodernidad.
Este es parte del escenario en el que pasean los miles de turistas que visitan la ciudad al año y que disfrutan del encanto de la arquitectura local, los colores de los murales y las formas de ambos cerros junto al mar.
Hernán Castro Dávila
Valparaíso, Chile
5 de diciembre del 2017