Este año fue una fiesta. Comenzó en Valparaíso y siguió por Valdivia, El Molle y Santiago. Fue un constante reencuentro conmigo (el de ayer, el de hoy, el de mañana) y con amigos (viejos, nuevos y por conocer). Esta fotografía la tomé a la mañana siguiente de la Noche Valdiviana, luego de un carrete de aquellos que te dejan recuerdos parciales, dolor de cabeza y una sed infinita. El lago Ranco aparecía perfecto y armónico ante mi retina averiada. Así es la vida a veces, como una resaca alegre en un paisaje de ensueño.
Hernán Castro Dávila
Viña del Mar, Chile