lunes, 14 de marzo de 2016

La otra G90



Leyendo sobre uno de los tantos casos de corrupción que afectan a Chile, me encontré con una sigla que me resultaba conocida, pero cuyo significado no conocía. Me refiero al G90.


Como G90 se conoce al grupo de personas que asumió con el segundo gobierno de Michelle Bachelet, representando un cambio de rostros en la política y que resultó ser un fiasco: financiamiento ilícito de campañas, emisión de boletas falsas y negocios millonarios con organismos del Estado.

Me molesta que esta gente formada al alero de la campaña presidencial de Lagos y dentro del PPD, haya superado a sus mentores en la frescura. Ya no solo gobernando para los empresarios (como bien nos enseñó Lagos), sino que burlando la ley, moviendo millones, levantando un discurso de izquierda (Educación Gratuita para todos) y llenándose los bolsillos con plata el Estado. La nueva generación era más corrupta que sus antecesores. Los jóvenes no solo copiaron las malas prácticas de sus mentores: las multiplicaron por dos y las ejecutaron de manera desprolija. Finalmente los atraparon con las manos en la masa.

Pero eso no es lo peor. Lo más lamentable es que a este grupo de aparecidos los etiquetaron con las siglas G90: La generación del 90, porque fue en esa década cuando estudiaron en la universidad.

¡Alto! Pensé entonces. Yo también estudié en los 90, también participé en el movimiento estudiantil de la época (Sin adscribir a ningún partido) y me esforcé por obtener mi título profesional. Años más tarde hice un magister y hoy trabajo en una institución pública.

Después de años de esfuerzo, gano un sueldo que me permite vivir bien. Soy un tipo feliz. Ejerzo el periodismo en el área de la educación y me encanta mi trabajo.

Así somo miles de profesionales en Chile: periodistas, psicólogos, profesores, ingenieros. Somos miles los que estudiamos con Crédito Solidario y hoy destinamos el 5% de nuestro sueldo para pagarlo. Somos miles los que trabajamos en mejorar las condiciones de vida en nuestro país: Creemos en nuestro esfuerzo, no adscribimos a ningún partido político y trabajamos en silencio. Día a día nos movemos dentro de la ciudad y somos felices con lo que hacemos.

Es lamentable que un puñado de oportunistas haya encontrado un nicho para el enriquecimiento personal en las campañas políticas y el Estado. Es lamentable que esta gente sea etiquetada como el G90; cuando somos miles los que trabajamos día a día por hacer grande a nuestro país. Sin grandes discursos, sin grandes promesas. Llenos de vocación y compromiso, con la convicción de que la realidad se cambia con acciones y no con eslóganes de campaña.

Somos la otra G90, la que ejecuta los cambios y cada día cree menos en las malas prácticas de la política. Seguimos trabajando y generando dinámicas sociales donde la confianza y el profesionalismo son los pilares de nuestro desarrollo de hoy y mañana. Las triquiñuelas tarde o temprano se saben y aquellos que crecen rápido hoy, probablemente caerán mañana. Ellos no son una generación: Son un puñado de oportunistas.

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Valparaíso, Chile
06 de junio del 2015