Nuestro último día en Cancún salimos del hotel y tomamos una micro hasta el centro de la ciudad . Milton, Isabel, Macarena, Belén, Cata, Pablo y yo. Todos con la piel tostada y una sonrisa en los labios. Estábamos bien. Los día de relajo entre la Zona Hotelera y los alrededores de Cancún nos habían sentado de maravilla. Veíamos pasar las hileras de hoteles mientras el bus avanzaba a toda velocidad.
Llegamos hasta la estación 100, tomamos una van con otros mexicanos y partimos hacia Playa del Carmen. El día estaba precioso. En el trayecto vimos más hoteles, algunos durmieron una siesta y yo me puse a leer el libro sobre Yucatán que compré en el Museo Maya.
Cuando me aburrí de leer me puse los audífonos y escuché mi playlist de Apuntes y Viajes. Afuera el paisaje alternaba hoteles, estaciones de servicio, parques temáticos, selva y manglares. Así me fui fui quedando dormido.
Playa del Carmen |
Playa del Carmen |
Llegamos a Playa del Carmen. La ciudad nos recibió calurosa. Caminamos un par de cuadras entre locales de ropa y comida mexicana, y llegamos hasta la playa. Arrendamos un par de sombrillas, las niñas se acomodaron y con Macarena salimos a caminar por la ciudad.
Calaveras coloridas |
La artesanía mexicana es una maravilla. El diseño y los colores de sus cerámicas me encantan. Cada vez que viajamos a México volvemos con algunas figura o utensilios a casa. Nos perdimos caminando entre baratillos repletos de artesanía hasta que dimos con lo que andábamos buscando: Un plato floreado para los nachos o la carne para los tacos, una pequeña jarra para el aceite de oliva y uno de mis favoritos: las calaveras de colores alegres, manifestación de la particular manera que tienen los mexicanos de relacionarse con la muerte.
A Daiquiri Bar |
Felices por nuestras compras, lo bello del día y las vacaciones, hicimos una parada para beber una cerveza. Brindamos por nuestra suerte y conversamos de la vida. En eso el mozo abrió un tequila, nos dio dos cortos y nos sacó una fotografía. Al rato volvió con una bonita botella de tequila con nuestra imagen. Regateamos el precio y nos quedamos con ella.
Karen's |
Cuando ya estábamos por irnos nos encontramos con Pablito y Belén buscando un lugar para almorzar. Caminamos hasta un gran local de comida mexicana donde nos atendió un charro con gorro, bigotes y pistola. pablito alucinó y nosotros reímos mucho. Pedimos una pizza grande, unas cervezas y nos pusimos a escuchar a un grupo musical que interpretaba canciones latinoamericanas. Todo iba de maravilla.
Después de comer regresamos a la playa. El mar estaba tibio y sin olas. Me saqué la polera, las sandalias y me lancé al mar. Creo que estuve facilmente una hora en el agua, disfrutando cada minuto, mirando el horizonte y luego la playa. Hasta que nos pilló el atardecer y nuestro último día en Quinta Roo llegó a su fin.
Voladores de Papantla |
De regreso al terminal, paramos un momento en una plaza aledaña al mar. En medio de la plaza, cuatro hombres ascendieron por un mastil. Arriba los esperaba un quinto hombre, quien comenzó a tocar una flauta, al tiempo que sus compañeros se dejaban caer al vacío dando vueltas sujetados por una cuerda. Eran los Voladores de Papantla, ceremonia ritual asociada a la fertilidad y que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO. Un bello cierre para nuestro paseo a Playa del Carmen y nuestro viaje a México.
Hernán Castro Dávila
1º de marzo del 2015
Valparaíso, Chile
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