Aprovechando los descuentos del Ciber Monday cambiamos nuestros puntos Lan por dos pasajes aéreos a Montevideo. Una ciudad que imaginábamos interesante, cerca de Buenos Aires, capital de un país pequeño y amigable, Uruguay, encabezado hasta hace poco por uno de los presidentes más queribles del planeta: Pepe Mujica.
Cordillera de Los Andes |
Nuestro vuelo salió de Santiago casi a las 10 de la mañana. Atrás quedó nuestro querido Valparaíso y todos nuestros compromisos laborales, al menos por unos días. En el aire el cielo despejado nos permitió observar la belleza imponente de la Cordillera de Los Andes. Las dos horas de trayecto se esfumaron entre vistazos por la ventana y la lectura de Lonley Planet.
Montevideo, Uruguay |
A eso del medio día arribamos a Montevideo. Un poco adormilados (Nos tuvimos que levantar a las 4 de la mañana para comenzar la travesía), nada podía quitar la sonrisa de nuestros labios. Lo habíamos hecho nuevamente. En pleno año laboral tomamos nuestras maletas y salimos a viajar.
Montevideo nos recibió otoñal y despejado. desde que hicimos nuestras primeras consultas en el aeropuerto, los uruguayos se mostraron amables y cercanos. Tomamos una van que nos llevó hasta el Hostal Che Lagarto (Que ya no estaba en Plaza Independencia, como decía Lonley Planet), dejamos nuestras cosas y salimos a caminar.
Avenida 18 de Julio |
Enfilamos por la avenida 18 de Julio y nos encontramos con una ciudad de grandes calles y edificios (edificios de una modernidad de mediados del siglo XX) y gente a paso lento. A uno de ellos le pregunté por la Plaza Independencia, la persona se detuvo y me dio una explicación detallada del trayecto, que consistía en seguir básicamente por la Avenida 18 de Julio hasta que la plaza se interpusiera en nuestro camino.
Restaurante El Fogón |
Restaurante El Fogón |
A los veinte minutos de caminar nos dio un poco de hambre. A la altura de la plaza Cagancha doblamos a la izquierda y llegamos hasta el restaurante El Fogón. De estilo clásico: paredes de madera, cuadros antiguos y mozos de etiqueta, pero muy cercanos. Disfrutamos de una comida deliciosa. Yo comí el plato de la casa: una carne asada cubierta de pimentón rojo con arvejas y papas duquesa. ¡Estaba maravilloso! La carne estaba en su punto y casi se deshacía en la boca. Macarena, que no es tan carnívora, disfrutó de un delicioso plato de ravioles.
Palacio Salvo |
Ya satisfechos y un tanto somnolientos por la comida y el vino seguimos caminando hasta que llegamos a la plaza de la Independencia. El paisaje moderno, tipo Metrópolis, me encantó. Mientras Macarena descansaba en una banca, yo me perdí sacando fotografías.
Librería Puro Verso |
Librería Puro Verso |
Seguimos caminando y nos encontramos con una de las librerías más bellas que he visto: Puro Verso. Dentro de un edificio antiguo, los libros cubrían paredes completas bajo carteles que anunciaban diseño, arquitectura, psicología, literatura latinoamericana, antropología, comunicación. Una maravilla. En el segundo piso se podían hojear los libros en cómodos sillones al tiempo que se bebía café. Ahí recuperamos la energía. Y salimos con cinco libros.
Catedral Metropolitana de Montevideo |
El Pony Pisador |
El Pony Pisador |
Los pies me latían y Montevideo de a poco cayó en la noche. Un tanto cansados llegamos hasta la calle Bartolomé Mitre y nos sentamos en el bar Pony Pisador. Yo pedí un shop, Macarena un mojito. Macarena se puso a leer el libro recién comprado y yo a escribir. Cuando llegamos éramos los únicos en el bar, cuando termino de escribir estas líneas estamos rodeados de personas conversando animadamente, mientras nosotros ya nos paramos para ir a descansar.
Montevideo, Uruguay
15 de mayo de 2015