1. Angkor Wat, Camboya: La joya arquitectónica del Imperio Jemer, inmensa suma de sitios arqueológicos tan variados como las paredes de piedra sonriente del Bayón, el templo consumido por la selva del Ta Prohm y el maravilloso Angkor Wat, con sus enormes torres que se elevan hacia el cielo y los profundos pozos de agua que la circundan.
2. Bahía de Halong, Vietnam: Espectacular archipiélago con más de mil islotes de piedra. En una de ellas visitamos una hermosa caverna como sacada de un pintura surrealista (Isla de Bo Nau). Navegar por la bahía es la mejor forma de conocer esta maravilla de la naturaleza.
3. Wat Pho, Bangkok, Tailandia: Este fue el primer templo budista que visitamos en el Sureste Asiático y definitivamente se robó mi corazón. La tranquilidad que respiré dentro de sus murallas junto lo fragancia del incienso, sus bellas construcciones de mosaico apuntando al cielo, las innumerables figuras de Buda meditando y, por supuesto, el majestuoso y enorme Buda recostado descansando en un recinto hecho a su medida. Espiritual e inolvidable.
4. Wat Phra Doi Suthep (Chiang Mai, Tailandia): La montaña sagrada por antonomasia. Ascender el camino lleno de curvas en medio del bosque no es nada cuando dejas el vehículo, caminas unos cuantos escalones y te encuentras con una de las más bellas escaleras que deben existir, flanquedas por sendas serpientes que bajan desde la cumbre del cerro, donde se alza esplendoroso el templo budista coronado por cúpulas doradas. La fe y la vida religiosa impregnan el ambiente. Las personas expresaban toda su gratitud hacia Buda, en un lugar donde los templos de diversos tamaños convivían con bellos jardines, figuras doradas de Buda y cúpulas que resplandecían al sol. El Wat Phra Doi Suthep palpitaba fe y todo Chiang Mai se impregnaba de este espíritu que bajaba desde las alturas.
5. Luang Prabang, Laos: La pequeña ciudad con aires franceses rodeada por los ríos Mekong y Nam Khan es una mezcla fascinante de arquitectura europea, banderas comunistas, expresiones religiosas budistas y una naturaleza selvática que la rodea y casi se la traga. ¿Qué ver en Luang Prabang? A la ciudad misma y sus habitantes. Ella es la estrella con bellos templos que en la enriquecen, pero jamás la opacan como principal punto de atención. Tiene una magia urbana que he sentido en muy pocas ciudades o barrios del mundo. En una visita por el Sureste Asiático no debería faltar una parada en esta joya de Laos.
Chedis de Wat Phra Si Sanphet |
6. Ayutthaya, Tailandia: Ciudad en ruinas, eco de un pasado glorioso del que quedan grandes templos, cimientos y cenizas. En este lugar se expresó la más alto de la cultura thai entre 1.350 y 1.757, cuando fue arrasada por los birmanos. Conmueve ver las figuras chamuscadas de los budas y asombra el tamaño y perfección de la arquitectura que sobrevivió a la destrucción.
7. Ko Phi Phi, Tailandia: Arenas blancas, agua turquesa y temperatura ambiente sobre los 30 grados. Una gran formación rocosa cubierta de bosque protege la llamada Playa de los Monos y alberga la bahía donde recalan las pequeñas embarcaciones de los habitantes de la isla y las agencias de turismo. Las más románticas son aquellas de madera con un gran palo que sobresale en la proa y de donde cuelgan coloridos arreglos florales que auguran un buen destino, al estar bendecidas por los monjes budistas. Al otro lado de la isla, se despliega una bella playa de arenas blancas rodeada de una bahía que casi se cierra, de nos ser por una pequeña abertura donde entra y sale el mar todos los días. Como si esto fuera poco, desde aquí se pueden visitar paisajes aún más bellos, como la famosa Maya Beach o la Isla Bamboo. No he visto lugares más paradisiacos que esos. Ojalá que las autoridades y las agencias de turismo estén a la altura de tanta belleza y la administren con responsabilidad.