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miércoles, 24 de febrero de 2016
San Telmo
El último domingo de mayo amaneció despejado en Buenos Aires. Luego de una noche de lluvia, el sol se colaba por los edificios y se reflejaba en algunos charcos de la Avenida 9 de julio. Este era nuestro último día antes de volver a Chile.
Cuando el reloj marcaba las nueve y algo de la mañana, junto Macarena cruzamos corriendo la calle e hicimos parar un taxi que nos llevaría hasta el Barrio San Telmo. Una vez ahí, nos dedicamos a pasear por la plaza, ver las antigüedades de la feria y vitrinear las tiendas de diseño. Lentamente las calles se fueron llenado de personas y personajes, entre los que recuerdo una mujer de pelo largo y canoso que soplaba burbujas en una esquina, un oficinista apurado, un titiritero y un hombre sin cabeza.
Luego de recorrer una buena cantidad de cuadras, nos detuvimos a tomar un café en el boliche de la esquina, frente a la plaza y a un costado de una pareja que bailaba tango para deleite de los turistas.
San Telmo, como Caminito, es un excelente lugar para sacar fotografías. Los objetos, las personas y el escenario dispuesto en la plaza dan para perderse entre tanto gesto y baratija.
Luego del café, con Macarena seguimos recorriendo hasta que nos dio hambre y nos fuimos a comer el último bife chorizo con papas fritas antes de volver al hotel y emprender el regreso hacia Valparaíso.
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