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martes, 9 de junio de 2015

Cusco, mi sueño de mochilero

Plaza de Armas, Cusco


Cuando recorría a dedo las ciudades de Chile allá por los años noventa, Machu Picchu se divisaba a lo lejos, mágico e inalcanzable. Pasaron muchos años y el destino me permitió volar sobre nuestra cordillera a lugares cada vez más lejanos: Buenos Aires, Río de Janeiro, Lima, Roma, Atenas, París, Barcelona, Bangkok, Hanoi, Luang Prabang... Fue así que en nuestro viaje al Sudeste Asiático visitamos las increíbles ruinas de Angkor Wat. En aquel momento volvió a surgir el sueño de llegar a Machu Picchu y conocer la ciudad habitada más antigua de América: Cusco.

Para cerrar un ciclo que inicié a los 16 años, como en aquel primer mochileo de Punta Arenas a Viña del Mar, este viaje lo hice solo. Mientras escribo estas líneas bebo un té de coca en la terraza del Hotel Plaza de Armas.
Plaza de Armas, Cusco
Plaza de Armas, Cusco
Delante mío, la catedral de Cusco se iergue majestuosa y a su derecha la Iglesia de los Jesuitas le compite en magnificencia. La plaza es un espacio amplio rodeado de construcciones coloniales, en cuyos cimientos descansa silenciosa, pero imperturbable al paso del tiempo, la arquitectura del imperio inca. Alrededor se levantan cerros y casas. Desde acá diviso el caminar de turistas, escolares, policías, vendedores y cholas.

Cusco
Cusco, Perú
Todavía medio lento por la altura, disfruto de esta ciudad arrancada de mis sueños y puesta delante de mí, mucho más mágica y maravillosa de lo que me imaginaba. Lista para que me pierda entre sus calles, disfrute de sus sabores y me envuelva en sus paisajes.

Hernán Castro Dávila
29 de octubre del 2014
Cusco, Perú