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Vuelo desde Siem Reap |
El sol se dibujaba amarillo sobre el horizonte mientras nuestro taxi avanzaba por la carretera hacia
Siem Reap. Macarena ya estaba un poco mejor. Producto del frío que pasamos en nuestra aventura por la
bahía de Halong había tomado una gripe de proporciones. Nuestra última noche en
Hanoi despertó afiebrada y con tos. Para que la enfermedad no pasara a mayores me puse en contacto con la agencia de seguros de viaje que contratamos al salir de
Chile. Ellos me indicaron que había una clínica a diez minutos del hotel. En la mañana, antes de tomar el vuelo a
Siem Reap, partimos a la clínica. Un doctor revisó a Macarena y le entregó remedios. Todo bien. Regresamos al hotel en taxi, empacamos nuestras cosas y partimos rumbo al aeropuerto. Mención aparte merecen las personas del hotel. Una vez que volvimos de nuestra aventura por
Halong manifestamos nuestra disconformidad por la calidad del servicio. Nuestras quejas eran básicamente tres: nula calefacción en el comedor del "crucero" (con un temperatura de 10 grados), cero presión de agua en las duchas durante la mañana (tanto en el crucero como en el bungalow) y, por último, nuestra detención de dos horas en plena bahía y sin calefacción. Si bien la recepcionista del hotel no fue muy empática al principio, la supervisora escuchó y lamentó la situación que habíamos pasado. Ella misma le preparó un té con jengibre a Macarena y llamó al representante del crucero para que aclarase nuestras dudas. Una hora después el ejecutivo del crucero nos pedía disculpas y nos ofrecía una compensación compartida con el hotel. Las recepcionistas y la supervisora no dejaron de preguntar por Macarena hasta que partimos. Realmente nos fuimos con una sensación muy grata.