Páginas
▼
jueves, 31 de mayo de 2018
Amor por los ascensores porteños
Para conocer Valparaíso lo mejor es caminar. Y si tienes la suerte de vivir o trabajar en la ciudad, tus posibilidades se multiplican cuando prefieres ir a pie a todos tus destinos. En estos trayectos los ascensores son un bello descanso que sirve para detener la marcha, contemplar el paisaje y pasar de un estado a otro de la ciudad: Del Plan al cerro o del cerro al Plan. Hay algo mágico en ese ejercicio de transporte urbano. Acá les dejo algunas de las fotos que capturé con mi celular durante el otoño de este año.
miércoles, 30 de mayo de 2018
La Paz / Crónicas
De la costa al altiplano
El miércoles desperté a las cinco de la mañana en Valparaíso. El día anterior dejé a Maga en casa de mis vecinos. Terminé de ordenar la mochila, revisé que todo estuviera apagado y partí. A las seis y media estaba tomando la primera micro del día. Dentro me encontré con la señora Luisa. (Sigue leyendo aquí)
Llegada a La Paz
Salí del aeropuerto con la mochila a mi espalda, pregunté por un minibús y me dirigí hasta donde me indicaron. Me imaginé una micro, pero me encontré una van llena de trabajadores. Le pregunté al chofer si pasaba por San Francisco, me dijo que sí, tomó mi mochila y la lanzó al techo, donde una estructura de madera debía asegurar que no se cayera. Me subí y partimos. (Sigue leyendo aquí)
Caminando de las Brujas a San Francisco
El dato del hostal de la Abuela Emilia me lo dio Karina en mi viaje a Valdivia. Comparé las referencias de Booking con las de Lonely Planet, atravesé la plaza San Francisco y subí por calle Sargánaga hasta la calle Linares. (Sigue leyendo aquí)
Recorrido de Murillo al Estudiante
La Paz es una de esas ciudades que infunde respeto. En la descripción de Lonely Planet la palabra peligro se se repite varias veces. Al ajetreo propio de las grandes urbes se suma la desigualdad social y el fenómeno de la delincuencia que tan bien conocemos en América del Sur. Esto no quiere decir que no se pueda recorrer la ciudad, pero sí que hay que tener ciertos resguardos especiales, sobre todo si vas con cara despistada y una cámara fotográfica encima. (Sigue leyendo aquí)
Me agrada conectarme con la ciudad, caminar por las calles, observar a la gente y hacer fotografías. También disfruto de las pausas respectivas junto a un café o una cerveza, donde aprovecho de tomar notas para el blog. Pero tras un par de día de introspección, ya necesitaba conversar con alguien más que el hombre de la recepción del hostal. (Sigue leyendo aquí)
Volar sobre La Paz
La resaca a tres mil metros de altura es algo detestable. Para evitarla bebí un vaso de agua antes de dormir. Aquel día lo comencé con la boca reseca y un suave dolor de cabeza. La situación era controlable. Bajé cinco minutos antes de que cerraran el desayuno y me aperé de una taza con té de coca, un pan (¡Qué pan más delicioso! Era como el pan batido porteño, pero más crujiente por fuera y suave por dentro), jamón, queso, yogurt, cereales y café. (Sigue leyendo aquí)
Tiahuanaco: Fragmentos de una historia personal
Año 2002. Viña del Mar. Un profesor universitario de apellido Castro dicta la clase de Antropología Estructural en la carrera de Historia en la Universidad de Valparaíso. La bibliografía de su ramo incluía a un francés sesentero con el que me quedaría pegado por años: Claude Lévi-Strauss. Fue gracias a él que aprendí que existía una cultura anterior a los incas (aunque no ligadas linealmente) que había creado un complejo sistema religioso y económico que se expandió por buena parte de los Andes, la costa y parte de la selva: La cultura Tiahuanaco. (Sigue leyendo aquí)
El miércoles desperté a las cinco de la mañana en Valparaíso. El día anterior dejé a Maga en casa de mis vecinos. Terminé de ordenar la mochila, revisé que todo estuviera apagado y partí. A las seis y media estaba tomando la primera micro del día. Dentro me encontré con la señora Luisa. (Sigue leyendo aquí)
Llegada a La Paz
Salí del aeropuerto con la mochila a mi espalda, pregunté por un minibús y me dirigí hasta donde me indicaron. Me imaginé una micro, pero me encontré una van llena de trabajadores. Le pregunté al chofer si pasaba por San Francisco, me dijo que sí, tomó mi mochila y la lanzó al techo, donde una estructura de madera debía asegurar que no se cayera. Me subí y partimos. (Sigue leyendo aquí)
Caminando de las Brujas a San Francisco
El dato del hostal de la Abuela Emilia me lo dio Karina en mi viaje a Valdivia. Comparé las referencias de Booking con las de Lonely Planet, atravesé la plaza San Francisco y subí por calle Sargánaga hasta la calle Linares. (Sigue leyendo aquí)
Recorrido de Murillo al Estudiante
La Paz es una de esas ciudades que infunde respeto. En la descripción de Lonely Planet la palabra peligro se se repite varias veces. Al ajetreo propio de las grandes urbes se suma la desigualdad social y el fenómeno de la delincuencia que tan bien conocemos en América del Sur. Esto no quiere decir que no se pueda recorrer la ciudad, pero sí que hay que tener ciertos resguardos especiales, sobre todo si vas con cara despistada y una cámara fotográfica encima. (Sigue leyendo aquí)
Me agrada conectarme con la ciudad, caminar por las calles, observar a la gente y hacer fotografías. También disfruto de las pausas respectivas junto a un café o una cerveza, donde aprovecho de tomar notas para el blog. Pero tras un par de día de introspección, ya necesitaba conversar con alguien más que el hombre de la recepción del hostal. (Sigue leyendo aquí)
Volar sobre La Paz
La resaca a tres mil metros de altura es algo detestable. Para evitarla bebí un vaso de agua antes de dormir. Aquel día lo comencé con la boca reseca y un suave dolor de cabeza. La situación era controlable. Bajé cinco minutos antes de que cerraran el desayuno y me aperé de una taza con té de coca, un pan (¡Qué pan más delicioso! Era como el pan batido porteño, pero más crujiente por fuera y suave por dentro), jamón, queso, yogurt, cereales y café. (Sigue leyendo aquí)
Tiahuanaco: Fragmentos de una historia personal
Año 2002. Viña del Mar. Un profesor universitario de apellido Castro dicta la clase de Antropología Estructural en la carrera de Historia en la Universidad de Valparaíso. La bibliografía de su ramo incluía a un francés sesentero con el que me quedaría pegado por años: Claude Lévi-Strauss. Fue gracias a él que aprendí que existía una cultura anterior a los incas (aunque no ligadas linealmente) que había creado un complejo sistema religioso y económico que se expandió por buena parte de los Andes, la costa y parte de la selva: La cultura Tiahuanaco. (Sigue leyendo aquí)
Montaña de colores, un trekking de altura / Vía @LaBrujulaBlog
Montaña de colores, un trekking de altura https://t.co/p5g25rGmQm Vía @LaBrujulaBlog #ACBV #ChileanTravelBloggers pic.twitter.com/K15dR8VTUW— ACBV✈Travel Bloggers Chile (@travelbloggercl) 31 de mayo de 2018
domingo, 13 de mayo de 2018
Remedos de otros tiempos: Biblioteca barroca y torre astronómica
Mi último día en Praga desperté tarde y con resaca. Me levanté para desayunar y me volví a acostar. Descansé hasta pasado el medio día, me levanté y tomé nuevamente el tranvía hasta la altura del Puente Carlos. Esta vez mi objetivo era visitar el Klementinum y su Biblioteca Barroca. Luego de dar un par de vueltas de más fui a dar con la que fuera una universidad jesuita hace años atrás y donde actualmente se ubica una gran biblioteca.
sábado, 5 de mayo de 2018
Restaurante Las Dos Palomitas
Pastel de Jaiva en Las Dos Palomitas. Receta casera y sabor espectacular. A buen precio y pasos de Plaza Sotomayor. 😋👌🏼
Praga: Fotografías al anochecer
Cuando se acerca la noche Praga adquiere un aire más mágico que durante el día. Las siluetas del castillo, las iglesias y sus tétricas estatuas se dibujan contra el cielo de azul oscuro y dan la impresión de estar dentro de una obra de teatro o el escenario de un cuento clásico a punto de comenzar.
martes, 1 de mayo de 2018
De copas en Praga
Luego de tres días de recorrer Praga a plena luz, llegó el momento de salir de noche. La República Checa es conocida por su afición a la cerveza, así que dormí una siesta y salí a comprobarlo por mí mismo.
Restaurante Porto Viejo
En pleno corazón del Barrio Puerto el restaurante Porto Viejo ofrece una gran variedad de platos sabrosos y abundantes. Sus pasteles de jaiba y las pailas marinas son una maravilla. 😋👌🏼