Luego de una breve siesta salí hasta la avenida Ricardo Picarte y partí caminando en busca del Torreón Los Canelos. Atravesé la Plaza de Armas de Valdivia y doblé a la izquierda en calle Yungay. Caminé un par de cuadras, pasé por fuera de la casa donde nació el creador del primer diario en Chile, Camilo Henríquez, y llegué hasta la calle Yerbas Buenas. En los audífonos de mi IPhone sonaba Paper Planes de M.I.A. cuando me encontré con esta construcción de 1781: El Torreón Los Canelos.
Parecido a la torre de un tablero de ajedrez, esta construcción fue levantada en límite sur de la ciudad en la época de la Colonia con fines defensivos. A un costado se encuentra la Iglesia San Francisco y su convento. Hice algunas fotografías desde distintos ángulos del torreón y continué mi camino por calle General Lagos, registrando bellas casonas antiguas que hoy alojan hostales o sedes universitarias.
Para reponer energía y tomar nota de los paseos en mi primer día en Valdivia hice una pausa en el café Cosas Ricas. Bajo un afiche de Tacones Lejanos de Almodóvar me puse a escribir en mi celular, publiqué un par de fotos en Instagram y leí algo más del libro de Joaquín Edwards Bello que llevaba en la mochila.
Un par de días después visité el Torreón de Barro a la entrada de la ciudad, aproximadamente a una cuadra del terminal de buses. Estas construcciones son íconos de Valdivia y ambas fueron declaradas Monumento Nacional.
Valdivia, según mi amigo Esteban, era un punto estratégico para el dominio marítimo del sur. De ahí las construcciones defensivas que levantaron los españoles en la zona para evitar la incursión de otros países.
Hernán Castro Dávila
Valdivia, Chile