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viernes, 28 de octubre de 2016

Hacer ciudad


Aquel domingo la ciudad amaneció nublada. A medida que avanzaba la mañana el cielo comenzó a despejar. Como en otras ocasiones desayuné tarde, leí un poco y compré una lasaña en el local junto a Plaza La Conquista. Almorcé, vi un capítulo de House of Cards, me tomé un café y partí rumbo a mi local de votación.

Un par de días antes conversamos con una amiga cuáles serían las posibilidades de que Sharp ganara las elecciones del domingo. Ambos respiramos profundo. No era algo fácil. En Chile es casi imposible sacar a un alcalde en ejercicio y, como si fuera poco, el otro contrincante era alguien querido por un sector importante de la población y levantado por la maquinaria política de siempre, un títere con nombre de DJ, aspecto juvenil y discurso apolítico.

Sin embargo ambos coincidimos en abrigar algo de esperanza. Comentarios en las ferias, volantes en locales de barrio, carteles en las casas. Una elección ciudadana y una sensación de hastío hacia los partidos tradicionales podían jugar a favor de la candidatura ciudadana de Sharp.

Me fui caminando desde el cerro Placeres a la avenida Argentina, tomé la O y me bajé en la Plaza Bismark. Caminé unos pasos e ingresé al Liceo Pedro Montt para sufragar. Marqué la opción 4. Deposité el voto en la urna y bajé por el cerro haciendo fotografías.

Feria Libre de Av. Argentina #Valparaíso

De regreso en casa vi otro capítulo de House of Cards. Ya eran casi las seis de la tarde cuando revisé mi celular y ví que Sharp arrasó en la primera mesa con más del 50% de las preferencias. ¡No lo podía creer! Abrí una lata de cerveza y me asomé al balcón.

Frente mío Valparaíso lucía bello como de costumbre. Pero algo había cambiado, los ciudadanos preocupados por el destino de la ciudad logramos romper con la maquinaria política de Chile Vamos y la Nueva Mayoría. Levantamos un candidato propio y lo llevamos a la alcaldía.

Lo que sigue es un camino difícil: Una municipalidad empobrecida, burocrática y probablemente con altos niveles de corrupción y clientelismo. No importa, pensé. Lo que en ese momento valía fue la opinión ciudadana que se impuso en las urnas y le devolvió a la política la dignidad y la mística de antaño al menos por un momento.

Bien por Valparaíso y sus ciudadanos que apostaron por el cambio. Pero como yo entiendo la política, nuestra participación no se agota en la elección. Ahora viene el proceso de acompañar, apoyar y monitorear que las cosas se hagan como corresponde. Cosa que Valparaíso ya no solo se vea bien de lejos, sino también de cerca. ¡Ya es hora de hacer ciudad!

Valparaíso #Chile
Valparaíso, Chile
13 de octubre de 2016
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