Aquel lunes era feriado en Uruguay. Nos despertamos a eso de las ocho de la mañana y el día nos sorprendió nuevamente con el cielo despejado en pleno otoño. Bajamos a desayunar y comimos lo mismo de los días anteriores: pan integral, jugo, frutas, dulce de leche, café con leche y queque.
La Rambla |
En la misma recepción del hostal Che Lagarto pedimos dos bicicletas y salimos a recorrer la otra parte de la ciudad. Bajamos por estrechas calles de adoquines rodeadas de árboles y con hojas secas en la superficie. El día estaba perfecto con sol y un poco de brisa. Continuamos por el parque Rodó y doblamos por la Rambla en dirección a Plaza Los Pocitos.
La Rambla |
La vereda era ancha y con una hermosa vista al río de la Plata. Por ella circulaban gran cantidad de uruguayos, la mayoría a pie, algunos en patines y otros en bicicleta. La Rambla casi no tenía pendiente, por lo que pedealábamos sin mayor esfuerzo, aunque constante. Tardamos algo más de una hora entre el parque y playa Pocitos.
Esta parte de la ciudad cuenta con amplias vías de comunicación y grandes edificios por todo el borde costero. El entorno de Playa Pocitos me recordaba la hilera de edificios en Copacabana. Delante de ellos había una agradable playa sin olas. A pesar de lo agradable del día casi no había personas en el agua.
Con Macarena nos sacamos las fotos de rigor junto a la palabra Montevideo y comenzamos el regreso por la costa. Pedalear con ese paisaje y ese clima fue reconfortante. El aire inflaba los pulmones y la brisa refrescaba la piel. Eso sí, cuando ya pasábamos las dos horas de andar en bicicleta ya nos sentimos algo doloridos en el trasero y las piernas.
Parque Rodó |
Parque Rodó |
Nuestro recorrido lo culminamos en el parque Rodó, una bella área verde colindante con la Rambla. Ahí reposamos un rato y luego paseamos por sus bellos jardines, rodeando un pequeño lago artificial con gansos y vehículos para pasear.
El regreso hasta el hostal fue literalmente cuesta arriba. Tras dos horas de pedaleo, la pendiente de las calles para llegar hasta la avenida 18 de Julio se nos hizo bastante pesada, pero soportable.
El paseo en bicicleta valió la pena. El paisaje estaba muy lindo y la ruta era ideal para este tipo de vehículo. Fue la mejor forma de vivir la costa de Montevideo.
19 de mayo del 2015