Imagina un lugar con la temperatura perfecta, donde podrías vestir con traje de baño frente al mar de color turquesa en la arena blanca, mientras circula una brisa fresca.
Imagina despertar en una habitación amplia, abrir los ojos lentamente, vestir de forma casual, caminar unos pasos y llegar a un comedor donde puedes desayunar todo lo que quieras, para luego pasar el día reposando delante de una piscina o el mar, bebiendo cerveza o tequila margarita, bañándote de vez en cuando y tomando sol. Si te da apetito puedes comer pizzas y hamburguesas o esperar hasta el almuerzo, donde podrás comer otra vez todo cuanto tu quieras. Y así hasta la cena.
Agrega a eso la posibilidad de estar con tu familia, hacer yoga, trotar por el borde costero e ir al gimnasio.
Suena perfecto, ¿No es así?
Y lo es. Si no se bebe ni come tanto hasta enfermar. Un lugar así puede ser la perdición o la posibilidad de liberarse por un momento de todas aquellas cosas que consumen el tiempo cotidiano y simplemente no hacer nada. Solo disfrutar y compartir con la familia.
Este no es el tipo de viaje aventurero como para escribir en un blog, pero es una gran descanso y vaya que lo agradezco.
¿Dónde estoy? Es probable que la palabra tequila te haya dado una pista. Estoy en uno de los grandes hoteles de Cancún, disfritando del simple hecho de estar, sin hacer nada más que comer, caminar, trotar, bañarme, leer y conversar. Las cosas simples y amables de la vida, en un lugar espectacular.
Hernán Castro Dávila
Cancún, México