Mis viajes cortos los realizo entre Valparaíso y Viña del Mar, desplazándome desde mi casa al trabajo; y por la tarde a emporios, cafés y gimnasio. Cada día viajo desde Cerro Los Placeres hasta Playa Ancha. A veces camino por el Plan de Valparaíso y una vez por semana subo hasta los cerros Larraín y Barón. A esto se suman mis caminatas por Av. Perú en Viña del Mar un par de veces en la semana. Así se me pasa el año laboral.
En Valparaíso me distraen los paisajes y los rostros, en Viña del Mar la presencia del Océano Pacífico. Usualmente me detengo en algún café a estudiar o leer, levantando la mirada de vez en cuando y disfrutando del ritmo urbano.
Mis viajes largos son aquellos en que nos vamos volando a distintas partes del globo para mezclarnos entre rostros, lenguas y paisajes diversos. En estas circunstancias, la parada en los cafés son para observar el ritmo cotidiano de las ciudades, descansar y tomar nota de aquellas cosas que suceden alrededor mío. Así hemos conocido Río de Janeiro, Isla de Pascua, Lima, Cusco, Machu Picchu, Buenos Aires, Montevideo, Cancún, Angkor Wat, Luang Prabang, Bangkok, Chiang Mai, Ko Phi Phi, Halong, Hanoi, Atenas, Florencia, Roma, Venecia, París, Barcelona y Madrid.
Mis viajes imaginarios los realizo mientras me traslado en micro, bebo un café o descanso en el sillón de mi departamento. Cada fotografía de National Geographic, Twitter, Pinterest o Flickr me trasladan a diversas partes del mundo, hasta que comienzo a asociarlas a un lugar determinado y a imaginar nuevos destinos.
Siempre que viajo voy tomando notas y sacando fotografías. Otras veces transcribo textos y publico las fotografías de los viajes en mi blog. Luego los comparto en Facebook, Twitter y Tumblr. Esta es mi forma de cerrar el círculo y dar gracias por las experiencias vividas.
Hernán Castro Dávila
Valparaíso, Chile
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