Los atardeceres tienen la propiedad de captar mi atención cuando camino por la ciudad. El cierre del ciclo diario expresado en el cambio de colores en el cielo, el aire fresco y la luces de la urbe que se encienden. En esos momentos respiro profundo y sonrío. A veces, cuando la luces se mezclan con el reflejo del agua o se cruzan con la sombra de los cerros, las casas y las personas forman un cuadro que me captura y me detiene. Entonces saco mi celular, activo la camara y disparo. Así me pasó una tarde de junio, cuando transitaba por Uno Norte, llegando a la Avenida Perú, y me encontré con este atardecer azul, reflejado en el Océano Pacífico, cortado por una duna artificial y con proyección en el Estero Marga Marga. Pequeñas, se dibujan las siluetas del Castillo Wulff, algunas personas sobre la arena y un barco en el horizonte. Cómo no detenerse e inmortalizar este segundo perfecto, esta conjunción de colores y formas justo delante de mí.
Hernán Castro Dávila
13 de junio del 2015
Melosilla, Chile