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viernes, 22 de mayo de 2015

Yoga

Modo yoga #Valparaíso #Chile 😌
Modo yoga #Valparaíso #Chile 😌
Cada vez que salgo de yoga y regreso a las calles de Valparaíso me siento más liviano y lento, como si el ritmo acelerado del centro de la ciudad no alcanzará a tocarme. A esto se suma una gran sensación de hambre. Luego de dos horas de ejercicios, relajación y asanas mi cuerpo necesita una buena porción de comida.


El yoga fue el primer deporte que practiqué de manera voluntaria y sistemática. Había egresado hace poco de periodismo, trabajaba en una ONG y de pronto me encontré con un cartel en el centro de Valparaíso. Consulté el costo, me compré un pantalón de buzo negro y contraté un mes.
Debo decir que me hizo bien. Dejar de pensar por un rato, respirar profundo y elongar de todas las formas posibles me sacó de la realidad gris que me rodeaba.

Por antecedentes familiares y cierta introspección excesiva creo que debo tener algún grado de depresión. Por dejación y algo de orgullo nunca intenté solucionarlo de forma tradicional, pero siempre he perseguido actividades que me suban el ánimo: caminar, escribir, viajar, tomar fotos... A estas prioridades se sumó el yoga y luego los demás deportes.

Entre otras cosas destacables, el primer año de yoga dejé de fumar y reemplacé la angustiante nicotina por bocanadas de aire y sorbos de agua, la mejor convinación para bajar la ansiedad y mantenerse en calma.

Seguí yendo y viniendo entre Viña del Mar y Valparaíso. En el camino descubrí el gusto por el trote al aire libre y las idas al gimnasio. Finalmente las endorfinas se transformaron en mi mejor antidepresivo.

Algún tiempo dejé de hacer yoga, pero siempre vuelvo. En general la actividad física me hace sentir bien, pero el yoga además me equilibra. Y eso no tiene precio en una sociedad que tiende al desequilibrio. Cuando cierro la puerta de la GFU tras de mí, la ciudad se dibuja acelerada pero distante. Una película a alta velocidad de la que me protejo a paso lento, música en los oídos y una sonrisa.