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Siem Reap |
Al día siguiente de recorrer los templos de
Angkor nos despertamos más tarde. El calor, la caminata de la jornada anterior y el tiempo acumulado de viaje nos tenía con gran modorra.
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The Red Piano |
A eso de las diez de la mañana partimos a desayunar a un local llamado
El Piano Rojo. Bajo un ventilador escribí algunas líneas de este diario y luego partimos a caminar sin rumbo fijo.
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Mercado en Siem Reap |
Así llegamos hasta el
Mercado de Siem Reap y nos perdimos entre pasillos de artesanía, puestos de frutas y verduras, pescados, carne de vacuno, patos y pollos; además de peluquerías y tiendas de ropa. La atmósfera calurosa era una mezcla de olores cortados por las aspas de los ventiladores colgando del techo. No habían refrigeradores ni mostradores para la carne.
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Río Siem Reap |
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Templo budista en Siem Reap |
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La hora de la siesta en Siem Reap |
Luego arrendamos unas bicicletas, recorrimos parte de la ciudad, nos detuvimos en un templo budista y bordeamos el
río Siem Reap. El calor iba en aumento. Almorzamos y nos fuimos a dormir una siesta. En el trayecto nos encontramos con gran cantidad de camboyanos durmiendo: apoyados contra una pared, en el asiento de un auto o en una hamaca colgando dentro de un tuk tuk. El calor aletargaba el ritmo de la ciudad y a nosotros también.
Macarena siguió durmiendo y yo bajé al restaurante del hotel, me instalé en una gran silla de madera, saque mi cuaderno y me puse a escribir mientras bebía un capuchino. Desde el techo llegaba una suave brisa impulsada por un ventilador. Me sentí como si llevara años viajando, tomando fotografías y escribiendo. Afuera pasaban los
tuk tuks. Dentro, las personas bebían cervezas y conversaban en distintos idiomas. Todo a un ritmo lento. Terminé mi café, pedí una cerveza y continué escribiendo.
Mucho más tarde bajó Macarena desde la habitación, hermosa. Conversamos un rato sobre el gusto de viajar, pagamos la cuenta y nos fuimos nuevamente a pasear.
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Dr. Fish Massage |
Entre
Pub Street y el
Mercado Nocturno nos encontramos con
Dr. Fish, un famoso local que ofrecía masajes de pies hechos por peces. La operación consistía en lo siguiente: Te sacas los zapatos, te sientas en un banco acolchado e introduces tus pies en una gran pecera. De inmediato vez como decenas de peces rodean tus pies comienzan a mordisquearte, generando unas cosquillas insoportables que te harán sacar los pies del agua y reírte en forma exagerada. Entonces debes respirar profundo e irte acostumbrando a esos pequeños peces que se dedican a comer tus células muertas. Así se hizo de noche.
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Temple Club, Siem Reap |
A las siete de la tarde seguimos otro dato de
Lonely Planet y partimos al restaurante
El Templo. Nos ubicamos en el segundo piso, pedimos algo de cenar y nos dispusimos a ver el espectáculo de danza camboyana más económico de la ciudad. El show estuvo muy bueno. La música, tocada en vivo con instrumentos tradicionales, tenía un ritmo suave; el baile estaba compuesto por bellas coreografías de movimientos suaves y delicados, los que destacaban gracias a lo colorido de la vestimenta y la marcada expresión facial de los jóvenes bailarines.
Tras una hora de espectáculo bajamos al primer piso del local y nos encontramos con una discoteque ambientada con figuras de
Angkor Wat: Estaban las asaras y los rostros de piedra iluminados por luces de colores y rayos láser que se movían en todas las direcciones al ritmo de la música pop. Camboyanos, japoneses, estadounidenses, hindúes y africanos bailaban alegremente las canciones de Lady Gaga, Shakira y Pitbull.
Cuando bailábamos Ganga Stile sobre una tarima, se nos acercó un joven de tez morena y baja estatura. Primero habló con Macarena y luego conmigo... ¡Era Alejandro! Nuestro guía de las ruinas de
Angkor. Nos costó reconocerlo, ya que andaba sin sus lentes. Estaba muy feliz de vernos y bastante pasado de copas. Los lentes los tenía su novia, una bella y sonriente joven, de quien Alejandro no recordaba su nombre. Nos invitaron a su mesa y nos convidaron un trago servido en un recipiente de plástico algo más pequeño que una pelela, lleno de vodka, Redbull y hielos; y del cual bebíamos al mismo tiempo con varias bombillas. Alejandro estaba tan ebrio que casi no hablaba español. Estuvimos un rato más con ellos y luego salimos a la calle, donde la fiesta seguía.
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Angkor What? |
Dimos una vuelta y entramos a un bar que me recordaba los tugurios de
Valparaíso. Se llamaba
Angkor What? y era una gran sala con una barra, espacio para bailar y graffitis fosforescentes pintados en las paredes. Personas de todas las nacionalidades y edades bailaban mientras bebían cerveza y tragos en tiestos plásticos. Era una gran fiesta dentro y fuera del local. Lo bueno es que aquí la gente no destrozaba cosas ni había policías que persiguieran a las personas, como sucede últimamente en
Valparaíso. En fin. Lo pasamos genial. Yo bebí Angkor Beer toda la noche. Macarena se tomó un
Sex on the Beach y un
Around the World. ¿Qué mejor?