Le Banneton contraluz |
Nuestro tercer día en Luang Prabang lo iniciamos nuevamente asistiendo a la ronda limosnera de monjes. De ahí regresamos al café Le Banneton y disfrutamos de un desayuno de té y baguettes con mantequilla, tocino, huevo y mermelada. Mientras anotaba algunas líneas en mi cuaderno de viaje, afuera los monjes caminaban hacia un templo cercano.
Barca en el río Nam Kham |
Aquella mañana Luang Prabang amaneció sumergido en la neblina. Los templos, las casas y los monjes quedaron envueltos por un halo de sueño y misterio. Dejamos el café y partimos a caminar por el borde del otro río que rodeaba la ciudad: el Nam Kham. Más estrecho que el Mekong, un costado del río contaba con restaurantes y en la otra orilla se divisaban plantaciones agrícolas. Hasta ellas pudimos cruzar gracias un estrecho y endeble puente de bambú que pasaba sobre las aguas del Nam Kham. Las casas que encontramos al otro lado del río eran más humildes. Sin embargo, el lugar seguía siendo tranquilo y hermoso, rodeado de vegetación y, por su puesto, cerca de un templo budista, en cuya ventana se asomó un monje sonriente.
Wat Aphay |
Wat Wisunarat |
Nosotros seguimos nuestro camino y llegamos hasta el templo activo más antiguo de la ciudad, el Wat Wisunarat. Dentro del recinto se encontraba un gran Buda rodeado de figuras más pequeñas. Afuera había una gran estructura con forma de loto llamada That Pathun.
De regreso al centro de la ciudad nos detuvimos fuera del Mercado de Dala y nos comimos un baguette relleno con pollo, tofu, carne de vacuno, apio y lechuga, todo esto aderezado con mayonesa. Estaba muy rico. Ideal para recuperar energías luego de nuestra caminata matutina.