Uno de los aspectos más interesantes de
Tailandia es el budismo, una religión que mezcla filosofía y fe. Sus orígenes se remontan a la
India, para luego expandirse por el
Sureste Asiático,
China y
Japón en diferentes versiones.
El 95% de los tailandeses profesan el budismo
therevada. Para las familias es un honor que algunos de sus integrantes practique como monje, al menos un periodo de tiempo.
Nuestra primera aproximación al budismo la hicimos en
Bangkok, pero no fue hasta
Chiang Mai que pudimos ver más de cerca a los monjes y conocer mayor variedad de templos. Si en la capital de
Tailandia nos sorprendimos por la magnificencia y la belleza artística de los templos, en
Chiang Mai nos conmovió la devoción de los monjes y, en general, de los creyentes. Las personas viven el budismo y admiran a quienes se dedican a practicarlo en forma exclusiva, entregándoles limosnas y otras prerrogativas.
El mayor atractivo de
Chiang Mai son sus hermosos templos y nuestro recorrido por la ciudad lo hicimos visitando aquellos que aparecían como más relevantes.
El sector antiguo de la ciudad se encuentra delimitado por un muro, rodeado a su vez por un foso de agua, construido originalmente para protegerse de los birmanos. Es dentro de este perímetro que se encuentran la mayor cantidad de templos. Para visitarlos y aprovechar de conocer la ciudad, el recorrido lo hicimos caminando.
Comenzamos por el templo más importante de
Chiang Mai; el
Wat Phra Singh. Este lugar fue construido en 1345 y alberga al Buda más venerado de la ciudad. Aquí tuvimos la suerte de ver una ceremonia budista, donde los monjes recitaban mantras, al tiempo que los creyentes se inclinaban ante la representación de Buda, colgaban tiras de cartulina con billetes, adherían papeles dorados a las figuras, prendían inciensos y depositaban flores.
Mientras observábamos esto entró un grupo de niños vestidos con las túnicas naranjas y el pelo muy corto. Se sentaron en torno a unas mesas en el suelo, oraron y luego comieron los alimentos obtenidos en las rondas de la mañana. Poder observar esta ceremonia fue algo muy emocionante.
Por la tarde visitamos tres templos más. El
Wat Phan Tao era una hermosa construcción de madera con un Buda en su interior, banderas amarillas al costado del templo y un pequeño, pero hermoso jardín con flores, una fuente de agua con peces y un pequeño Buda dorado.
El
Wat Chedi Luang era un hermoso templo con un gran Buda de pie y muchas, pero muchas reproducciones de Buda en todos los tamaños. De aquí lo que más me gustó fue la gran cantidad de papeles de colores que colgaban del techo. Lo más sorprendente fue cuando salimos del templo y lo bordeamos en busca de un jardín y, en vez de eso, nos encontramos con un chedi enorme en ruinas, una especie de pirámide, cuyas escaleras centrales estaban "protegidas" por enormes serpientes de piedra.
Finalmente, visitamos el
Wat Chiang Man, ubicado al norte de la ciudad antigua. Este templo es el más viejo dentro de los muros colindantes. Fue construido en 1296. Dentro de una de sus construcciones encontramos ilustraciones que relataban la historia de Buda, desde que era hijo acomodado de una familia aristócrata, hasta que descubre el sufrimiento, deja su hogar y parte en busca de respuestas, volviéndose asceta y, finalmente, debajo de un árbol, al momento de encontrar la iluminación, para posteriormente compartir su conocimiento con la comunidad.
Así terminamos nuestro recorrido por los templos. Caminamos todo el día. Estábamos exhaustos, pero felices.
Chiang Mai era una hermosa ciudad y haber visitado sus principales templos nos permitió aproximarnos un poco más a la cosmovisión del budismo y la cultura tailandesa.
DATOS PRÁCTICOS
- Todas las entradas a los templos son gratuitas, salvo en el wat Phra Singh, donde se debe pagar 20 THB ($335) (1/2 USD)