En una ciudad de estrechos callejones y ríos, donde no circulan vehículos y las casas se levantan sobre el pantano; la principal vía de comunicación es un ancho flujo de agua, donde transitan vaporetos, lanchas y góndolas en dos sentidos.
El canal Grande atraviesa el centro de Venecia en forma serpenteante. Cruzado por tres puentes peatonales, es la principal vía de transporte en esta ciudad de ensueño. Desde sus aguas se puede disfrutar de la hermosa arquitectura y se puede respirar la esencia veneciana.
La primera vez que lo cruzamos, fue desde el puente ubicado cerca de la estación de trenes, antes de perdernos por las calles atestadas de turistas, siguiendo las flechas que indicaban hacia la Plaza San Marco. Luego, sin saberlo, volvimos a atravesarlo, esta vez caminando sobre el Puente Rialto, hermosa estructura blanca que se eleva sobre el agua y carga sobre sí dos pasillos por donde circula la gente al mismo tiempo que vitrinea en las tiendas que ahí se encuentran. El tercer punto donde cruzamos el Canal Grande fue en el puente Guggenheim, cercano al museo del mismo nombre.
Ver el Canal Grande desde lo alto es un bello espectáculo. En perspectiva aparecen las casas y palacios de Venecia, mientras sobre el agua circulan todas clase de botes y góndolas.
Otra experiencia inolvidable es subirse a un vaporeo y dejarse llevar por las aguas del canal, parando en las distintas estaciones y disfrutando del espectáculo arquitectónico y geográfico que circunda el trayecto; desde las casas y los palacios, hasta islas que se ven a la distancia.
Hacer esto en invierno es especialmente sobrecogedor, ya que la ciudad despierta sumida en la niebla y el horizonte se confunde con una nube espesa que todo lo cubre y donde Venecia aparece dibujada a trazos, como en una pintura impresionista.