El viento tibio me mece sobre la hamaca. Lentamente despierto, abro los ojos y a lo lejos diviso el mar turquesa y la arena blanca. La temperatura es perfecta. En el piso descansan mis sandalias junto al libro de Paul Auster y un vaso de Amareto.
El día ha estado maravilloso. Trote por la mañana, un baño en la piscina mientras el sol se asomaba sobre el Mar Caribe, desayuno de campeones, lectura, piscina y conversación. Hasta la hamaca llegué luego de comer un exquisito almuerzo buffet en compañía de toda la familia. Luego de un poco de lectura cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño.
El tiempo acá es una cosa relativa. El ejercicio, los baños constantes, el viento tibio y las horas bajo el sol todo lo confunden. Los margaritas y la cerveza también colaboran en este ritmo difuso. Aquí la vida palpita al paso de pequeños placeres. Cada minuto es un regalo para uno mismo y los compañeros de viaje.
Cancún es narcótico. Hace perder la dimensión del tiempo. Y al final del día todo parece un sueño del que no quieres despertar.
Adormecido y feliz, me levanto de la hamaca y camino hasta la playa para encontrarme con la familia. Un baño en el mar me ayudará a despertar. Las cosas no pueden ser mejor.
Playa de Cancún |
ÍNDICE
Crónicas: Vacaciones en Cancún, Cancún: Un lugar fuera del tiempo, Trotar en el Caribe y sucumbir en el intento, Un día en Isla Mujeres, En la Ruta de la cultura maya: Tulum y Cobá, Experiencia Coco Bongo.
10 Fotografías: Quintana Roo, Cancún, Isla Mujeres, Tulum, Cobá.
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