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domingo, 16 de septiembre de 2012

Cabalgata al volcán Maunga Tere Vaka

Ruta entre Puna Pau y Ahu A Kivi
Ruta entre Puna Pau y Ahu A Kivi

La última vez que anduve a caballo fue en la casa de mis tíos en la Laguna de Aculeo y en compañía de mi amigo Edwin Makuc. De esto hace más de 10 años. Hoy nuevamente me subí a un caballo, esta vez para trepar el volcán más alto de Isla de Pascua, el Maunga Tere Vaka.

El trayecto comenzó en algún lugar cercano de Hanga Roa. Ahí nos reunimos un grupo de ocho personas, con quienes iniciamos la ruta de ascenso, encabezados por un joven y silencioso rapa nui que no superaba los 14 años.

Dejarse llevar por el caballo -llamado Copa-, contemplando un hermoso paisaje rural, donde las curvas de las colinas se aclaran y oscurecen a medida que pasan las nubes, empujadas por el mismo viento que acaricia tu cara, me hizo sentir una plenitud máxima.
Caballos en el camino
Caballos en el camino
La tranquilidad del lugar más la hermosura de un paisaje campestre que no imaginaba en Isla de Pascua, me hicieron entrar en un estado de contemplación que solo fue roto por mi afán fotográfico y el varillazo que el guía le pegó a mi caballo, haciéndome despertar y sujetar la montura al tiempo que mi cuerpo saltaba al ritmo del trote acelerado del animal.
Maunga Tere Vaka
Maunga Tere Vaka
Así, entre la contemplación, las fotografías y el trote a veces acelerado del caballo fuimos ascendiendo, hasta que apareció el mar a nuestras espaldas.
Maunga Tere Vaka
Maunga Tere Vaka
El último tramo hacia la cima el caballo lo realizó con paso lento, a más de una hora de nuestra partida. Concentrado en el animal, de pronto sentí una ráfaga de viento en la cara, levante la mirada y me encontré con una imagen de la isla en su plenitud, llena de formas y colores que surgen desde la cima, cruzándose con los otros volcanes y dibujando una silueta única en medio del Océano Pacífico. El espectáculo era hermoso, desde este lugar se podía apreciar el mar en todas las direcciones.

Vista general de Ahu A Kivi
Vista general de Ahu A Kivi
Nuestro descenso fue lento y silencioso. A nuestra llegada nos detuvimos en Ahu A kivi, lugar donde se encuentran los únicos moais que están ubicados mirando hacia el mar.

Luego de más de tres horas de cabalgata estábamos exhaustos y con mucha hambre. Desde Ahu A kivi fuimos trasladados hasta el Restaurante Kuki Varua, donde nos esperaban con un chupe de mariscos de almuerzo, acompañado de una Corona para mí y de una Coca Cola Light para Macarena.

Estábamos exhaustos, pero lo bello de la experiencia vivida compensa 100% cualquier cansancio. Realmente fue algo inolvidable.

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